A pesar de lo que pueda parecer, los autores de estas novelas no se dedicaban a ello de manera aficionada, sobre todo en la inmediata posguerra, sino que la mayoría vivían exclusivamente de ello y a veces en unas condiciones que rozaban casi la esclavitud. Hay quien los ha definido muy acertadamente como obreros de la literatura.Y luego están las historias personales, algunas auténticamente desgarradoras. La gran mayoría de estos autores fueron ex-combatientes republicanos o simpatizantes de izquierda que fueron represaliados y a los que se les cerraron todas las puertas. Algunas buenas plumas de la izquierda y gente culta y preparada tuvieron que escribir estas novelas bajo seudónimo para sobrevivir.
Es el de Eduardo de Guzmán, periodista libertario, que tras pasar por el calvario de los campos de concentración y cárceles, fue condenado a muerte e indultado in extremis. Inhabilitado para ejercer su profesión, sobrevivió escribiendo novelas del oeste y policíacas con distintos seudónimos (Edward Goodman, Eddie Thorny) para la madrileña editorial Rollán. Hasta la muerte de Franco no vio reconocido su trabajo periodístico e histórico.
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